Un tema interesante y complejo de analizar. Con muchas aristas, tanto políticas como también comunicacionales. No es la "gran reforma tributaria" que el país requiere, como nos quiere hacer creer el Gobierno, pero tampoco se trata de una "reformita de monedero" como la han catalogado algunos.
Veamos algunas cosas. El Gobierno ha tratado de venderla como que favorece a la clase media, que irá en directo beneficio de la Educación y que impulsará el desarrollo. Desde el anuncio de la semana antepasada (por el propio Presidente de la República) hasta ahora, los fines que persigue son más de orden político y comunicacional -en vista sobretodo de la baja aprobación del Gobierno, que llega a un magro 26%-, todo ello en el discurso, pues la Reforma Tributaria sí tiene cosas muy interesantes.
Por su parte, la Oposición la ha destruido principalmente por el bajo impacto de la mayor recaudación que tendría en régimen, y por favorecer mayormente a los sectores más acomodados.
A grandes rasgos, esas son las aristas político-comunicacionales de la Reforma Tributaria. Ahora, vayamos a sus aspectos más técnicos, lo que realmente importa para efectos de este blog.
Si bien en términos recaudatorios, la Reforma no es gran cosa (se estima que el aumento será del orden del 0,3% del PIB), sí tiene importantes novedades en materias que no han sido muy promocionadas por la autoridad y que han comenzado a generar críticas desde el sector del gran empresariado.
Lo del aumento permanente de la tasa de primera categoría al 20% ya estaba internalizado, por lo que no ha sido sorpresa. Además, se plantea una rebaja de los impuestos personales (Global Complementario e Impuesto único de segunda categoría), que favorece más en términos concretos a los altos ingresos, como una manera de paliar esa subida del impuesto de categoría.
Pero lo más relevante a mi juicio son las medidas que se proponen desde el punto de vista del combate a la elusión, en que se pretende terminar con algunas asimetrías impositivas y cerrar ciertos espacios que eran aprovechados -mediante planificación tributaria o ingeniería tributaria- por los empresarios, postergando o eludiendo impuestos, que finalmente no eran pagados. En estos puntos se juega buena parte de la mayor recaudación impositiva que se pretende alcanzar. Y son estos puntos los que han puesto en alerta a los empresarios.
Aunque el análisis particular de estas materias lo haré en otro post, es bueno señalar al menos dos medidas de las citadas que son muy interesantes: la primera, es que se pretende terminar con los retiros en exceso (retiros que no tributan con los impuestos finales sino hasta que haya FUT en la sociedad de personas desde la cual se hicieron) y, la segunda, que se iguala el tratamiento de los gastos rechazados, aplicándose a todo tipo de empresas las normas vigentes en la actualidad para las sociedades anónimas, de modo que los gastos rechazados se gravarían con el impuesto único con tasa del 35%, a nivel empresa, como sucede hoy con las S.A.
Dos medidas importantes que merecen ser analizadas en profundidad. Vale la pena recordar que ellas forman parte de una Reforma Tributaria que recién ingresó al Congreso para su discusión, la que sin duda será difícil y compleja, con muchos intereses en juego, incluso con las elecciones presidenciales a la vista.